El viento me grita que te abrace, la noche me pide que no suelte tu cuerpo, porque si lo hago caeré, el mar susurra a mi cordura: “solo deja por hoy que lo asista la locura”. Las estrellas inmóviles de la noche escucharon un deseo que escapó a mi conocimiento y se perdieron fugaces, en los caminos de la oscura sábana, tan solo para cumplirlo, mis labios cansados de hablar, quieren llegar a los tuyos, mis ojos no ven más que tu boca. Es tan grande mi avidez por besarte que aunque veo tus labios moverse no escuchó nada más que la voz insistente de la arena, que cubre casi todo mi cuerpo, sabes me dice: la noche los cubre, el viento los envuelve, yo los sostengo y el mar les canta que más quieres.
Cuando la locura parece que me dirá que hacer, la razón se escapa furtivamente y me obliga decir tontamente: “como deseo besarte” y respondes bruscamente, levantando la mano, amenazante: “pobre de ti si lo haces”, la sinrazón no pregunta más se apodera de mi y me hace besarte, pero tu no me besas. Una vez más, no te rindas-me dice la locura. Yo después de haber sentido por primera vez el sabor de tus labios insisto nuevamente, pienso, talvez si le pido que me bese, lo haga, y así de mi boca no salen más que pedidos mientras beso todo tu rostro pero no escucho más que palabras que no atienden a mis requerimientos, solo me dicen que me detenga. Cuando decido rendirme y mis labios infructuosos se alejan de tu boca, para posarse en tu frente y no puedo insistirte más, furtivamente siento que tu mano dirige mi boca hacia la tuya; de pronto siento esa delicada pero a la vez violenta danza, que todos llaman “BESO”, por un momento sentí como me perdí a mi mismo tan solo para encontrarte, sentí el nacimiento de un misterio que jamás me preocupe en descubrir.
El tiempo se hace lento tanto como nuestros besos, mis manos acarician tu piel como quien acaricia la arena y se atreve a tratar atraparla en un puño, mi cuerpo con el tuyo no hacen más q compartir un latido, mi tacto ha descubierto tu piel y me siento como un niño que descubre algo nuevo y no desea hacer más que seguir explorando y así por unos minutos el tiempo incorruptible se hace sobornable para nuestro deseo, nos exploramos lo que podemos hasta que los demás empiezan a levantarse y asentimos que es momento de detenerse la noche se nos fue con el sentimiento y el secreto invade nuestras cabezas, la mañana llega de repente y no nos dio tiempo de siquiera preguntarnos qué fue lo que nos pasó y cada quien toma lo rutinario de su vida, sin saberlo hemos quedado en un silencio que nos acompañara por mucho tiempo o por lo menos eso pienso…