Fuente: Internet |
El viaje en bus es toda una experiencia,
desde que inicia el recorrido hasta que finaliza, la cantidad de historias que están contenidas en un solo
lugar aguardando ser escritas (esta es mi excusa para hacerlo), los padres, los
hijos, los viejos, los jóvenes, los ellos, las ellas.Todos compartiendo un mismo
espacio pero creando historias diferentes:
El chico que
sube pensativo como si lo acongojara algo y busca un asiento en el que pueda
estar cerca a la ventana y lejos de sus problemas.
La chica que
intenta encontrara un asiento donde pueda repasar lo que necesita para al
parecer enfrentar un examen, deseando que el recorrido sea tan largo como para
estudiar lo suficiente pero que le permita llegar a tiempo al salón.
Las amigas que
intercambian vivencias sin preocuparse en que el volumen de su voz hace que
todos se enteren de lo que les paso el día anterior.
Una pareja de enamorados que parecen ser inmunes a la
excesiva velocidad en la que viajan y a la superpoblación que tiene ahora el
carro.
El desconocido
que intenta hablar a la chica que está a su costado pero que no se atreve.
El niño que quiere “independizarse” de su madre y busca algún asiento que pueda ser solo suyo suyo y si está cerca a la ventana mucho mejor.
El joven que
escucha música todo el viaje con unos audífonos que aprisionan sus oídos y lo transportan a otro lugar más rápido que
el bus.
Estas y otras historias son
observadas por un joven que alterna la fantasía de su libro con la realidad,
que lleva puesto unos auriculares con el mínimo de volumen para que pueda leer
y pueda observar lo que pasa a su alrededor y así poder escribir historias que
tienen un 40 % de realidad y un 60 % de imaginación (esperemos que el cálculo
no esté tan errado) para luego publicarlo en su blog.