Es un viaje en bus normal, ya saben de esos en los que todo transcurre por la inercia de lo cotidiano, el chofer maneja a la ofensiva, yo le llamo así porque su manera de manejar ofende tanto a los pasajeros como a los demás choferes y transeúntes que se topan con la movilidad, no hay nada extraordinario por más de 15 minutos, gente que sube y baja,.Hasta que sube alguien que hace la diferencia, una mujer de grandes ojos, de piel tan blanca que pareciese que excluyendo sus labios toda ella podría colorearse, de cabello crespo y alborotado tanto que estoy seguro que si todos le pagáramos un sueldo a nuestros peines sería justo pagarle horas extras al suyo, de pechos tan prominentes que si tuviera un recién nacido en brazos fácilmente creerían que es suyo, de cintura tan pequeña que una guitarra tendría que quitarse una costilla para poder igualarla y sus caderas le darían la certeza a cualquier doctor que esta mujer no tendría mayor complicación en un parto natural más que elegir el nombre de la criatura. De pronto el bus se ve envuelto por un hipnotismo provocado por la aparición de esta joven, tanto por mujeres y por hombres, las razones están de más detallarlas después de las analogías utilizadas para describir su cuerpo.
Luego de unos segundos todos van
regresando a la normalidad, el “hechizo” va cediendo poco a poco en casi todos,
menos en un joven de test morena y
contextura delgada que no deja de mirar a la mujer de cabello rebelde y la mira
con tal intensidad que si la mujer estuviera a unos centímetros menos de
distancia se sentiría tocada. El joven está vestido tan pulcramente, que haría
pensar a cualquiera que se tuvo que levantar muy temprano para sentirse listo
para salir de su casa. No podría decirles cuantas veces el joven perturbado y la mujer perturbadora han compartido un mismo bus, pero han sido las suficientes como para que la mente del
hombre moreno, haciéndose pasar por su corazón, idealice tanto a la mujer que la ha convertido
en la mujer de su vida, su manera de sonreír
discreta , de hablar dulce ,de vestir siempre
sexy y no por sus prendas si no por las formas de su cuerpo que hacen que la
tela se ciña al cuerpo como si ambas fueran un mismo tejido, incluso su
“corazón” ha decidido que esta mujer es alguien que fácilmente podría
ser una protagonista de telenovela mexicana, ya saben la mujer de buenos
sentimientos que es víctima de todos pero victimaria de ninguno. Por estas
razones el joven ha decidido hablarle pero así como no es la primera ocasión en que la ve tampoco es la primera vez que intentará
entablar una conversación con la mujer que se ha convertido en la protagonista
de su fantasía. Él lo tiene todo planeado, tiene en la cabeza un manual de pasos a seguir
y palabras a decir que ha ido aumentando de páginas luego de cada intento fallido. Pero hoy
tiene la certeza que la versión del manual que posee es suficiente para lograr
su cometido, deja mirar a la chica se concentra y empieza a darle una última
repasada a su “libreto” mental, mientras sucede esto en la cabeza del joven en la realidad la mujer del cabello rebelde comienza a
acercarse a él, obligada la cantidad de gente que está subiendo al bus. Cuando
él está listo levanta la mirada para ver a la chica pero no al encuentra, por
lo que tiene que hacer una búsqueda rápida para hallarla. Hasta que se da cuenta que ella está de pie a
su lado, tan cerca que su vientre roza su
hombro y su aroma, su fantasía, es tal
la cercanía que hace que el joven lo olvide todo, incluido el plan que acababa
de repasar, no tiene tiempo de recordarlo
porque está concentrado en recordar cómo se hace para respirar. Tiene que pasar una eternidad para recuperar
la confianza pero hasta que sucede eso la joven está a punto de llegar a su destino. El
joven mira como desaparece la chica entre unos bultos que no merecen su atención,
la acompaña con la mirada hasta donde
puede, una vez que se convence que la única forma de verla es apelando a las
fotografías que almacena en su mente, baja la mira, forma un puño con su mano derecha,
hace algunas anotaciones mentales en su “manual” y se promete una vez más que mañana será el
día en que hablará con ella.
Dejo esta canción de Passenger
porque fue el soundtrack que me acompañó en mis momentos de escritura.